Jugando Bien Con Otros
Este artículo ha sido traducido por Perkins International Oficina Regional América Latina y el Caribe.
Tal vez esta escena tendrá sentido para usted…
Estamos jugando en el parque en la tarde, porque es cuando no hay nadie allí. Solo estamos yo y mi pequeño niño, Ivan.
Otra familia se acerca y me pongo tensa. ¿Tendremos que irnos? La familia tiene una niña de la edad de mi hijo, de alrededor de dos años, y ella se ríe mientras corre a los columpios.
Siento una gran tristeza. ¿Por qué se tiene que reír?
El ensordecedor grito de Iván puede ser escuchado a cuadras de distancia al tiempo que empacamos nuestras cosas y volvemos a casa.
A los dos años de edad Iván tenía un gran problema: odiaba a los niños.
Y no me refiero a que no le gustaban los niños o que prefería jugar solo… no, mi hijo odiaba los niños. Si estuviéramos en cualquier lugar cerca de otro niño, Iván golpearía y gritaría como si estuviéramos acercándonos a un monstruo que come niños.
Era como si Iván estuviera completamente aterrorizado de los niños.
Y nos estábamos preparando para su transición al preescolar en menos de un año. La perspectiva de Iván pacíficamente sentado en un aula llena de otros niños parecía de lo más remota. Sabíamos que teníamos que cambiar este comportamiento y rápido!
Quizás ustedes han vivido esto con su propio hijo. Los niños con impedimentos visuales suelen mostrarse molestos cerca de otros niños. Muchas veces ellos van a estar a gusto, disfrutando muy felices de una salida con sus padres, cuando de repente escuchan una risa infantil o chillido, y el día se termina. Otros niños pequeños que son ciegos pueden incluso reaccionar a sus propios hermanos. Conozco padres que tratan desesperadamente de mantener a sus hijos alejados para que cada uno permanezca tranquilo. ¡Esa no es manera de vivir en tu propia casa!
¿Qué se puede hacer para desensibilizar a tu hijo en relación a otros niños? (Sí, acabo de usar la temida palabra “D”.) Esto es lo que hicimos para nuestro hijo…
Entiende el por qué
A diferencia de los adultos, los niños son terriblemente impredecibles. Corren y saltan, ríen y gritan; son ruidosos, traviesos, y juguetones.
Ahora imagina que te encoges al tamaño de tu niño/a y que tienes una disminución en la visión o ceguera. ¿Te sentirías cómodo en una sala llena de niños?
Los niños son totalmente capaces de ser un ángel en un segundo, y de hacer una rabieta en el siguiente. Pareciera que actúan sin sentido y, sí, les gusta tirar cosas.
Tu hijo/a quizás asocie otros niños con sonidos aterradores, comportamientos impredecibles y golpes repentinos en la cabeza por objetos arrojados. Si lo pensamos de esta manera, ¡tener miedo a otros niños tiene mucho sentido!
Muchos niños con ceguera también pueden presentar problemas en su integración sensorial. Sin la visión que posibilita generar un registro integrado de la realidad, puede ser difícil incorporar los ruidos, olores y sensaciones que llegan a nosotros cada día. Los niños con una visión disminuida o ceguera pueden sentirse rápida y extremadamente abrumados ante sonidos fuertes u otros estímulos sensoriales.
Lo que necesitas hacer es ayudar a tu niño/a a comprender qué está sucediendo a su alrededor y cambiar así sus asociaciones negativas en relación a otros niños. Pero en primer lugar, siempre es una buena idea…
Establece metas
Abordar un gran problema puede parecer desalentador al principio, pero si creas metas reales y alcanzables tienes más posibilidades de tener éxito.
Cuando nosotros estábamos tratando de ayudar a nuestro hijo a sentirse a gusto rodeado de otros niños nuestra última meta era que él lograra a los tres años una transición exitosa al programa preescolar.
Pero primero comenzamos con una meta más pequeña: Yo quería que Iván fuera capaz de permanecer sentado durante media hora en el momento de lectura de cuentos en nuestra librería local.
El momento de lectura de cuentos sucedía todos los jueves por la mañana en la Sala de los Niños. Una bibliotecaria alegre lideraría a las madres y niños con canciones, leyendo historias según el tema del día y luego terminaría con un par de canciones más. Esto era una verdadera tortura para Iván.
Primero hablé con el personal de la librería para explicar nuestro problema y lo que estábamos intentando hacer. Cuando ellos entendieron nuestra situación ayudaron enormemente. No tenía que preocuparme por ser expulsados o recibir una mirada fulminantes por parte del staff. ¡Ellos eran parte de nuestro equipo!
Ahora, con una meta claramente establecida teníamos que encontrar la manera de alcanzarla!
Da pasos pequeños
Si lo piensas bien, tener miedo de otros niños realmente es un problema de comportamiento. Quizás tu niño/a tenga sus justas razones para sentirse de esta manera, pero su reacción a esos sentimientos es inapropiada. Tu necesitas ayudar a tu niño/a a aprender nuevas asociaciones, a controlar sus propios sentimientos y a poner un freno a su comportamiento. Y esto no se hace de la noche a la mañana!
Con nuestro dilema de la librería comenzamos por sentarnos fuera de la sala de cuentos con la puerta entreabierta (con permiso de los bibliotecarios, por supuesto). Iván podía oír lo qué sucedía dentro de la sala, pero también podía escuchar que la actividad estaba muy lejos y así sentir que estaba fuera de peligro.
Al sentarnos por fuera de la acción, Iván aprendió a escuchar lo que estaba sucediendo. Yo le expliqué lo que ocurría en la sala y él empezó a entender que el momento de lectura de cuentos no era peligroso en absoluto. Él nunca se lastimó aún cuando el no se sentía cómodo. Una gran parte de lo que yo intentaba hacer era enseñarle que sólo por el hecho de sentirte incómodo no significa que puedas huir. Detente, escucha y trata de entender lo que te rodea. ¿Es seguro? ¿Estás bien? Entonces vamos a calmarnos.
Cada semana nos acercamos más y más cerca a la puerta hasta que estábamos justo fuera de la sala de cuentos. Eventualmente fuimos capaces de sentarnos en el límite de la sala, luego más y más cerca hasta que Iván estaba realmente en el medio del momento de lectura de cuentos!
Todo este proceso nos llevó alrededor de tres meses y era tan solo una parte de nuestro plan. Mientras nosotros asistíamos cada jueves al momento de lectura de cuentos, el resto de la semana trabajábamos además para cambiar las asociaciones de Iván respecto a otros niños.
Cambia asociaciones
Tu niño/a quizás asocie a otros niños con situaciones impredecibles, aterradoras.
Parte de tu trabajo es cambiar esa asociación. Tu quieres que tu niño/a escuche a otros niños y piense, “Oh, hay niños aquí, ¡seguro está ocurriendo algo divertido!”
Elaboramos una lista de cosas que a Iván realmente le gustan y luego hicimos todo lo que pudimos para involucrarlo en esas actividades rodeado de otros niños. Aquí está nuestra lista de cosas que Iván realmente disfrutaba cuando tenía dos años (en realidad no ha cambiado mucho en los últimos cuatro años):
- natación
- alimentación
- balancearse en el columpio
- escuchar música
¿Puedes ver a dónde vamos con esto?
LLevamos a Iván a la piscina local casi todos los días para que él pudiera experimentar el agua. Luego preguntamos cuándo sería el mejor momento para ir cuando otros niños estuvieran allí y descubrimos que había una clase los días miércoles por la tarde. Nosotros estábamos allí cada miércoles. Iván se sostenía a mi tan apretado como podía cuando éramos sacudidos y salpicados por otros niños, pero sin llorar. El agua era demasiada divertida para molestarse tanto por ello. Él estaba preocupado por lo otros niños en el agua, pero aún así seguía hipnotizado por la piscina.
Otros días, durante la hora de la merienda yo empacaba la comida favorita de Iván en su bolsa de pañales y nos íbamos fuera, al patio de juegos en la calle de nuestra casa. Nos sentábamos bajo un árbol y comíamos duraznos, mantequilla de maní y sándwiches de jalea mientras escuchábamos a los niños gritar en el patio de juegos. Iván daba lloriqueaba, pero él amaba tanto su comida que se sobreponía a eso.
Luego de que la merienda se terminara yo sentaba a Iván en el columpio permitiéndole sentir el movimiento de ir hacia delante y hacia atrás mientras otros niños corrían alrededor del patio de juegos. Esta era una de las partes más difíciles de nuestro plan, pero en ocasiones Iván lograba calmarse lo suficiente como para poder disfrutar de hamacarse en el columpio mientras escuchaba a los otros niños.
Y finalmente, llevamos a Iván a ver música en vivo tan seguido como pudimos. Esto era lo mejor para él. Habíamos encontrado shows gratuitos en la librería, conciertos de verano al airelibre, y cualquier otro lugar que le diera a un músico la posibilidad de cantar “Wheels on the Bus” a un montón de niños pequeños gritando. Iván podía gritar y aferrarse hasta que escuchaba la guitarra o el piano sonar, y luego se relajaba y escuchaba la música.
Luego de meses de realizar estas actividades, Iván comenzó a asociar a otros niños con situaciones divertidas. Los niños están en la piscina, en el parque y en los conciertos. ¡A los niños les gusta hacer las mismas cosas que a Iván!
Ten paciencia
No voy a mentirte y decirte que esto fue una brisa. Estos fueron algunos de los meses más duros de nuestra vida. Llevar continuamente a tu niño/a a lugares a los cuales sabés que no va a estar feliz es difícil, doloroso y contrario a la intuición. Nosotros somos padres y estamos preparados para proteger a nuestros niños, ¡no torturarlos!
Pero yo sabía que estaba haciendo esto con su mayor interés y corazón, y sabía a su vez que sino lograba sobreponerse a sus miedos él pasaría un mal momento en el preescolar. Como se vio luego, luego de tres o cuatro meses de estar constantemente rodeado de otros niños, Iván decidió que ¡los niños no son tan malos después de todo! ¡Y su primer día de preescolar fue hermoso!
Ojalá puedas llegar a ser exitoso con tu niño/a también. Si tienes alguna recomendación o consejo que te gustaría agregar, por favor ¡deja tu comentario abajo!
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